La incursión de EEUU en el avispero de Oriente Medio sume al mundo en una crisis de consecuencias imprevisibles
La reacción de Teherán determinará si asistimos a un escenario de guerra total o si la presión de Trump ha sido efectiva y el régimen se ve obligado a negociar un alto el fuego en condiciones desfavorables.

-Actualizado a
De manera sorpresiva, y solo unos días después de que el propio Donald Trump diese "dos semanas" para agotar el diálogo con Irán, Estados Unidos ha atacado tres instalaciones nucleares iraníes. Nunca antes la Casa Blanca había operado sobre suelo iraní. Una decisión que escala la guerra en Oriente Medio y sume al mundo en una crisis de consecuencias imprevisibles.
Todos los ojos se centran ahora en el gigante persa, que ha prometido una respuesta "en legítima defensa" y de consecuencias "irreparables". La reacción de Irán determinará si asistimos a un escenario de guerra total y regionalización del conflicto, o si la presión de Trump ha sido efectiva y Teherán se ve obligado a negociar un alto el fuego en condiciones desfavorables.
El ataque de Estados Unidos: unilateral, "preventivo" y corrosivo para el derecho internacional
Poco antes de las dos de la madrugada (hora peninsular española), Donald Trump informaba al mundo a través de su red social Truth Social de un "exitoso ataque en tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordó, Natanz e Isfahán". Una operación bautizada como Martillo de Medianoche que dañaba el corazón del programa nuclear iraní.
El ejército estadounidense empleó los sofisticados bombarderos estratégicos B-2, imperceptibles para los radares, para lanzar seis bombas antibúnker GBU-57. Ya que gran parte de las instalaciones atómicas iraníes se encuentran bajo tierra. Además, submarinos estadounidenses lanzaron una treintena de misiles Tomahawk.
Un ataque que Estados Unidos calificó como "preventivo" con el objetivo de evitar que Irán desarrolle armamento nuclear. Este mismo argumento fue utilizado por Israel para justificar su ofensiva del 13 de junio, cuando el propio primer ministro Benjamín Netanyahu aseguró que "si no se frenaba [el programa nuclear], Irán podría producir un arma nuclear en muy poco tiempo".
Sin embargo, esta afirmación contradice la valoración de los propios servicios de inteligencia estadounidenses. En marzo de 2025, hace solo tres meses, la directora de Inteligencia Nacional de EEUU, Tulsi Gabbard, declaró ante el Congreso que, según las agencias de inteligencia, "Irán no está construyendo un arma nuclear y el líder supremo [ayatolá Alí] Jamenei no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003".
En la misma dirección apunta el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Al ser consultado sobre si Irán está desarrollando armas nucleares, su director general, el argentino Rafael Grossi, declaró en una entrevista a CNN el pasado viernes 20 de junio: "No hemos recibido ninguna prueba de un esfuerzo sistemático en ese sentido".
En su último informe trimestral, la OIEA alertaba de que Irán dispondría de uranio enriquecido al 60%, una cifra muy superior a la necesaria para la producción de energía, pero alejada aún del 90% de pureza que requieren las bombas nucleares.
De esta forma, los ataques de EEUU e Israel erosionan aún más el derecho internacional. Ya que se debilita la confianza en tratados como el de No Proliferación nuclear (al que pertenece Irán y EEUU, no así Israel) y en instituciones como la OIEA. Se apuesta por una resolución mediante la fuerza y se desechan los mecanismos creados para dar seguimiento y resolución a estas disputas de forma dialogada y multilateral.
El ataque estadounidense lleva la guerra a una nueva dimensión. En su comparecencia pública tras la ofensiva, Trump aseguró que "si la paz no llega rápidamente, iremos contra más objetivos, con precisión, rapidez y destreza", pero Irán ya ha advertido de que no se sentará a negociar hasta que "responda" a los ataques recibidos.
La pelota se encuentra ahora en el tejado de Teherán. Que debe calibrar la intensidad de su respuesta sin mostrar debilidad –algo que EEUU e Israel podrían aprovechar para abalanzarse un rival herido– ni sobreactuar con un ataque masivo que alimente las espiral belicista. Un equilibro difícil.
En todo caso, Irán tiene un amplio abanico de opciones tanto para mantener el volumen de ataques como para escalar el conflicto. En primer lugar, es previsible que se intensifiquen los ataques contra Israel incorporando con mayor regularidad los misiles hipersónicos Fattah-1 y Fattah-2, hasta ahora utilizados de manera puntual —principalmente para demostrar capacidad tecnológica y disuasoria—. Estos proyectiles tienen una mayor capacidad destructiva y alcanzan velocidades diez veces superiores a las del sonido, lo que los convierte en difícilmente abatibles por el sistema de defensa antiaéreo israelí.
Además, Irán cuenta con una nutrida red de milicias por todo Oriente Medio. El conocido como Eje de la Resistencia –que agrupa a los hutíes en Yemen, Hamás en Gaza, Hezbollah en el Líbano y otros grupos armados en Siria e Irak– podría entrar en escena en auxilio de Teherán. Aunque las capacidades ofensivas de estos grupos son menores, especialmente tras el colapso de Al Asad en Siria y la invasión del Líbano, siguen gozando de un arsenal capaz de causar importantes bajas materiales y humanas a Israel o a las bases de EEUU en la región. Especialmente si se diese un ataque coordinado.
A ello hay que sumar la posibilidad de que Irán apueste por bloquear los estrechos de Ormuz, en el Golfo Pérsico, y de Bab el-Mandeb, en el Mar Rojo. Ambos, cuellos de botella del comercio internacional. Por Ormuz circula en torno al 25% de todo el petróleo líquido del mundo, y en Bab el-Mandeb lo hace más del 10% de comercio marítimo mundial.
El Congreso iraní ha dado luz verde legislativa este mismo domingo al cierre del estrecho Ormuz. Una decisión que decidirá ejecutar, o no, el Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Algo parecido ocurre con Bab el-Mandeb, siendo los aliados hutíes de Yemen los que deberían realizar la operación. La milicia yemení ya bloqueó este paso en diciembre de 2023 en solidaridad con Gaza.
De confirmarse sendos bloqueos estaríamos ante un escenario que tensionaría el comercio mundial y generaría una subida de los precios del gas natural y el petróleo, que ya ha pasado de 70 a 77 dólares el barril de Brent desde que comenzó la crisis. Una reacción en cadena que podría generar fuertes contracciones en las bolsas mundiales.
Por último, en caso de que Irán opte por responder con total contundencia el ataque estadounidense, siempre podría bombardear alguna de las más de 20 bases militares que EEUU tiene en Oriente Medio. "El número, la dispersión y el tamaño de las bases militares estadounidenses en la región no son una fortaleza, sino que han duplicado su vulnerabilidad", aseguró la Guardia Revolucionaría en un comunicado tras los ataques de esta madrugada.
En total, se calcula que hay entre 40.000 y 50.000 soldados estadounidenses desplegados en la región, muchos de ellos acantonados en bases que solo distan unos cientos de kilómetros del territorio iraní. Por ejemplo, en la vecina Catar se encuentra el cuartel general avanzado del Mando Central de EEUU, mientras que en Bahréin lo hace la Quinta Flota de la Marina de EEUU y el Mando Central de las Fuerzas Navales.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.