Felipe González se instala en el 'antisanchismo' entre la desmemoria propia y el estupor del PSOE
El expresidente lidera la oposición contra la amnistía dentro de su partido, pide elecciones anticipadas y anuncia que votará en blanco si Sánchez es el candidato.
Felipe González como presidente convivió con escándalos como el de Filesa, Luis Roldán, Ibercorp o los GAL. "Nunca entendió que otros pudieran criticar a su Gobierno", recuerda Margarita Robles.

Madrid-
"Esta autoamnistía es una vergüenza para cualquier demócrata, para cualquier militante del PSOE. (...)". Felipe González ha vuelto a la carga. El presidente más longevo de la democracia ha concedido este jueves una entrevista a Más de Uno (Onda Cero). Es la tercera vez que visita el programa desde las elecciones del 23J. "Si esto se consolida tal y como lo ha predicho el presidente del Gobierno, conmigo nunca contará nadie que haya participado en esta barrabasada [la amnistía]. No es perdonarlo. Es pedirle perdón". Carlos Alsina le preguntó entonces por qué papeleta se decantaría en unas hipotéticas elecciones. "Tengo una crisis de orfandad representativa. Voy a votar en blanco", sentenció González.
La lista de titulares que ha dejado el socialista parece un cuento de nunca acabar. "La amnistía es corrupción política en el peor sentido de la palabra. ¿Cómo podemos pedirles perdón a unos delincuentes que han puesto en cuestión el estado jurídico español?", ha insistido el exdirigente socialista. El Tribunal Constitucional avaló esta misma semana la medida de gracia para los líderes condenados por su implicación en el procés. "Olvidemos la discusión sobre si cabe o no [en la Carta Magna]. El Gobierno, un día antes de las elecciones de 2023, decía que no cabía", ha respondido en un sutil intento de mover el foco.
González no sólo habló de la amnistía, también ha pedido un adelanto electoral y ha cuestionado el pulso de Sánchez con la OTAN. "[Pedro Sánchez] no puede ofender a los socios de la UE diciendo que basta con el 2,1% del PIB cuando el compromiso común es del 5% para 2035". La entrevista aún dio para más. Alsina puso sobre la mesa los audios que salpican a los que fueran secretarios de Organización de su partido, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. "El PSOE no adjudica contratos. Lo hace el Gobierno", ironizó, para luego animar a "todos los militantes" a "recuperar" un socialismo "respetuoso con la Constitución y con las tareas de la UCO".
Las críticas no son nuevas; de hecho, han sido recurrentes durante su larga gira mediática. Espejo Público, La Mirada Crítica y The Objective son algunos de los programas y medios digitales que le han dado voz en los últimos meses. La línea editorial es en todos ellos similar. González se ha ido presentando como un héroe del pasado que vuelve para salvar la socialdemocracia, para guiar al pueblo en la "búsqueda de la centralidad", como ha dicho en una de sus últimas apariciones en El Hormiguero. El expresidente visitó el programa de Pablo Motos dos veces en menos de un año. La primera, entró en plató con un ejemplar de la Constitución. González utilizó esta metáfora para abanderar la lucha contra la amnistía dentro de su partido. Pero lo cierto es que su voz cada vez tiene menos peso en la militancia. Casi el mismo que tiene entre los mandos de Ferraz.
"[Felipe González] nunca entendió que otros pudieran criticar su Gobierno, creo que debe aplicarse esa misma medida", ha declarado este viernes la ministra de Defensa Margarita Robles, que fue secretaria de Estado de Interior durante la última legislatura felipista (1993-1996). Lo que ocurre es que el exmandatario se siente cómodo como azote del sanchismo. "[El presidente] ya no tiene vida política", vaticinó durante su charla con Alsina. González reniega ahora de las filas que lideró durante catorce años. Lo que hasta hace poco era un secreto a voces acaba de convertirse en una realidad. "Conmigo no van a contar". La revelación llega además en plena ofensiva mediática y judicial contra el entorno de Pedro Sánchez y con un Gobierno que afronta una de sus crisis más duras por el caso Cerdán.
El dudoso historial de quien pide luchar contra la corrupción
El PSOE ha recibido con "pena" el hecho de que uno de los suyos haya decidido "comprar el argumentario de la derecha". Así lo ha transmitido Patxi López, portavoz de los socialistas en el Congreso. Esta es la postura oficial de Ferraz. No obstante, son varios los ministros que han reaccionado a las palabras de Felipe González. "Forma parte de un pasado ya superado", recalcó Jordi Hereu. Óscar Puente habló de "rencor" y Diana Morant lo acusó de "mentir". Pena. Pasado. Rencor. Y desconcierto. Resulta chocante que pretenda abanderar la lucha contra la corrupción un expresidente que convivió con escándalos como los caso de Luis Roldán, Ibercorp, Filesa o los GAL.
Luis Roldán asumió la dirección de la Guardia Civil durante el segundo gobierno de Felipe González. La prensa reveló que se había estado enriqueciendo de manera ilegal. Roldán se escapó antes de ser detenido y estuvo diez meses en busca y captura. La justicia lo condenó por casi todos los delitos de corrupción posibles: malversación de fondos públicos, cohecho, fraude fiscal y estafa. Roldán estuvo 15 años en prisión.
El Caso Ibercorp fue otra de las grandes tramas que estalló durante el penúltimo mandato de Felipe González. Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, terminó presentando su dimisión por fraude fiscal y por haber participado con una identidad falsa en la firma Sistemas Financieros, que dirigía el entonces responsable de la Bolsa de Madrid, Manuel de la Concha. Felipe González fue uno de los primeros que salió en su defensa cuando trascendió el caso: "Mariano Rubio es una persona perfectamente honorable. Las acusaciones tienen poco fundamento. No es justo condenar a una persona antes de hacerle juicio". El andaluz presiona ahora para forzar la salida de Pedro Sánchez tras la imputación de Ábalos y Cerdán y pide convocar elecciones anticipadas.
El caso Filesa fue la primera gran trama de financiación irregular de un partido político en la democracia. La justicia consideró probado que un "conglomerado de empresas" había cobrado a distintas sociedades por unos estudios que "no existen o son invisibles". El dinero se utilizó para sufragar las campañas electorales socialistas posteriores al referéndum de la OTAN. "Fue una bagatela en comparación con las ayudas entregadas a la derecha", recuerda Alfonso Guerra en su libro Una página difícil de arrancar (Planeta). Una comisión judicial registró –también entonces– la sede de Ferraz. La ola de condenas que vino después terminó de cercar a Felipe González. El mandatario llegó a ser abucheado por un grupo de estudiantes al grito de "dimisión" en la Universidad Autónoma de Madrid. Ahora es él quien pide la renuncia de Pedro Sánchez.
La mayor mancha en la historia del felipismo posiblemente sea, no obstante, la de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Estas redes parapoliciales asesinaron a 27 personas durante los dos primeros gobiernos del andaluz bajo la premisa de combatir el independentismo vasco y acabar con ETA. Los GAL tienen un historial lleno de secuestros, torturas, palizas y atentados. "Tenemos a un presidente del Gobierno implicado en un caso de terrorismo de Estado", denunciaba un incrédulo Julio Anguita en enero de 1995. Felipe González perdió las elecciones y dejó la presidencia un año después.
El secuestro de Segundo Marey acabó destapando la conexión entre los GAL y el Gobierno de España. El empresario pasó diez días encerrado en una cabaña en medio del monte porque los secuestradores lo habían confundido con uno de los cabecillas de ETA. José Barrionuevo, entonces ministro del Interior, pidió seguir con el secuestro cuando supo que la víctima no tenía ninguna relación con el terrorismo ni con la izquierda abertzale. El Tribunal Supremo lo condenó a 31 años de cárcel. El PSOE salió en tromba a defenderlo. Felipe González lideró las movilizaciones. Lo despidió, de hecho, con un polémico abrazo antes de su entrada en prisión en Guadalajara.
José Barrionuevo fue indultado en 1996. El Tribunal Supremo avaló la decisión. La solicitud la había registrado el propio Felipe González. Barrionuevo nunca llegó a arrepentirse públicamente de los hechos, pero el mandatario andaluz, en aquella época, defendía igualmente esta medida de gracia. El discurso parece haber cambiado con el paso de los años. "No debe ser indultado quien no quiere serlo porque no respeta las leyes que lo hacen posible", argumentó durante su penúltima entrevista con Pablo Motos. González no dudó en pelear porque salieran de la cárcel sus subordinados, pero considera que los indultos no tienen cabida con los condenados por el procés. La amnistía está mal. Los pactos con el independentismo están mal. Las políticas del sanchismo no son las adecuadas. Todo está mal. Las críticas son interminables.
El PSOE dice que "ha perdido el prestigio"
Patxi López ha sido uno de los primeros en responder a las últimas declaraciones de Felipe González. "Me producen mucha tristeza, ha perdido todo el prestigio que podía tener y ha comprado el argumentario de la derecha", ha recalcado el portavoz de los socialistas en el Congreso. La misma línea han seguido otros ministros y miembros del Ejecutivo. "No me parece oportuno que se critique [al Gobierno]", precisó este viernes Margarita Robles. Jordi Hereu discrepa "profundamente de su valoración" y Diana Morant insiste en que "él sabrá lo que hace con su voto". Las voces que han salido en su defensa se cuentan con los dedos de una mano. La derecha, mientras tanto, pone en valor su figura y pide escucharlo, reconoce su legado político, sueña con su vuelta al foco –si es que alguna vez se apartó de él–.
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