Opinión
Saquen sus ojos de la OTAN de Trump


Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
-Actualizado a
La comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso para informar sobre su plan de Defensa aprobado recientemente y el apagón del pasado 28 de abril, seguida de la sesión de control al Ejecutivo, puede ser una buena estrategia de Pedro Sánchez para evitar alargar la polémica a derecha e izquierda, pero seamos francas: resuelve poco la incertidumbre generada por ambos asuntos. Hablar de todo para no hablar de nada es una buena vía de abordar el análisis en el entretenimiento televisivo, pero no para los debates de fondo que requieren los dos asuntos planteados y que tienen que ver, nada más y nada menos, que con el presente y futuro de todos/as en España y en Europa dentro de un mundo cada vez más hostil por el auge de los autoritarismos y la antipolítica.
Sin entrar en los pormenores de la información -o no- que ha trasladado Sánchez y lo que le han respondido sus socios de Gobierno, de investidura y los partidos del "no" a todo, y que tienen perfectamente detallada en Público, hay dos cuestiones que se echaron en falta en la comparecencia de Sánchez y que habrían otorgado una mayor credibilidad al mensaje europeísta, verde, social y de seguridad/defensa colectiva que pretendía trasladar, como así se transmitió desde La Moncloa en la jornada previa.
Por un lado, a los compromisos de Sánchez sobre el suministro eléctrico y las explicaciones del apagón, les faltó el anuncio de que Red Eléctrica volverá a ser una empresa 100% pública, algo que reclamaron todos los socios de su izquierda al presidente y que resulta un argumento inapelable desde posiciones progresistas que buscan -dicen- garantizar servicios estratégicos y esenciales a los ciudadanos/as desde un Estado social. Por otro lado, en sus explicaciones visiblemente incómodas sobre el aumento del gasto en Defensa (el 2% del PIB comprometido por Mariano Rajoy ante Donald Trump I en 2017), a Sánchez se le olvidó mirar a la Unión Europea, fijados siempre los ojos en la OTAN de Donald Trump II. Es imposible que una democracia se respete a sí misma con el planteamiento, a grandes y coloquiales rasgos, de que la UE tiene que garantizarse la autonomía estratégica de una puñetera vez mientras se dedica a anunciar planes milmillonarios para congraciarse con la OTAN del presidente de EE.UU. más antieuropeísta y antidemocracia que se recuerda, al menos, desde que la comunidad europea se hizo carne. Lo hemos denunciado aquí en múltiples ocasiones: no habrá defensa ni seguridad ni autonomía de ningún tipo mientras la UE no sea ese cuerpo de Estados independiente y solidario que dijo querer ser allá por 1950, aunque nos armen hasta los dientes con las más avanzadas tecnologías.
La manifestación del domingo 11 de mayo en defensa del proyecto europeo y la democracia, contra los autoritarismos dentro de la UE y fuera de ella, cuyo faro es Trump, será el llamamiento de España -como lo fue el de Italia con la concentración multitudinaria en Roma- para que aprovechemos esta distopía que nos ha venido del otro lado del Atlántico y hacernos autónomos, independientes, fuertes y libres de semejantes esperpentos populistas. Esos que nos revientan el seso cuando aseguran, por ejemplo, como Isabel Díaz Ayuso, la máxima exponente del trumpismo español con permiso de Santiago Abascal: "¿Qué sentido tendría cuidar solo del medioambiente, de los animales y de la calidad del aire si no cuidamos de las personas? Creemos que el mundo es para las personas, no es al revés (...) ¿Qué locura llevó a pensar que las personas eran una amenaza para el planeta?". Y lo dijo sin ruborizarse (un decir) este martes en París, capital del movimiento ilustrado, del Siglo de las Luces y todo eso.
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